Intervenciones Parlamentarias de Jorge Fernández

miércoles, 13 de septiembre de 2006

EL CONTRATO MATRIMONIAL: ¿CONTRATO-BASURA?

La Razón, 13 de junio de 2005

Por supuesto que el matrimonio es más que un contrato: es una institución. Y, además, dotada de unas funciones estratégicas en relación con el presente y el futuro de la sociedad: continuidad de la especie, educación, transmisión de valores y socialización de los nuevos ciudadanos.

Precisamente, en el interés público que tienen esas funciones, radica la especial protección y tutela que el ordenamiento jurídico otorga a la institución matrimonial. A ello se añade que sobre esa institución –el matrimonio-, se constituyen la inmensa mayoría de familias que son, a su vez, la célula base del tejido social. De suerte que una sociedad que quiera garantizar su subsistencia –lo que parece razonable-, y que además aspire a organizar su convivencia de manera armónica, con paz social y desarrollando la calidad de vida material y moral de sus ciudadanos, defenderá siempre a la familia y a la institución sobre la que se construye ésta, es decir, el matrimonio.

Por ello, toda actuación de los poderes públicos que no persiga el objetivo de defender el matrimonio y la familia no servirá al bien común, sino que servirá a otros intereses, que sólo podrán ser de carácter sectario o ideológico. Por supuesto que una sociedad democrática debatirá desde su pluralismo político a cerca de la mejor manera de servir al bien común apoyando al matrimonio y la familia. Se discutirán opciones y proyectos, se discutirá el "cómo", el "cuánto" y el "cuándo", pero no se cuestionará el imperativo de esa protección y ese apoyo.

Resulta por ello un auténtico despropósito, porque socava la base sobre la que se construye el edificio social, dinamitar la columna matrimonial. Si la institución matrimonial es relevante por su interés público, el contrato que la regula debe serlo también. No parece ocioso recordar que ese contrato –el matrimonial-, lo firman la inmensa mayoría de ciudadanos y por ello, si se me permite la expresión muy poco jurídica y académica, debe ser un contrato "serio": es decir, dotado de sólidas garantías para su celebración y para su extinción. Por definición, todo contrato que pueda ser rescindido unilateralmente sin aviso previo, sin alegar causa y sin ninguna consecuencia, no pertenece al "género serio".

Ningún ciudadano sensato firmaría nada importante para su vida que estuviera regulado por un contrato de esas características. Sin exageración, a un contrato de ese tipo, se le puede llamar "contrato-basura", por utilizar una expresión que hizo fortuna en el ámbito de las relaciones laborales, por considerar que era un contrato de trabajo indigno de tal nombre. Por cierto, también fue un gobierno socialista el autor de tamaño despropósito.

Pues esto mismo es lo que hace ahora el gobierno socialista con su acompañamiento de escolta de ERC e IU: convertir el contrato matrimonial en un "contrato-basura". Cual rey Midas al revés, los contratos importantes que tocan los convierten en basura.

El señor Zapatero ha llegado a decir que con este nuevo contrato matrimonial se sirve mejor a la causa de la libertad (?) e incluso que disminuirá la violencia de género (!). Lo cierto es que en la actualidad el matrimonio está muy deteriorado en la conciencia social y en el ordenamiento. El Instituto de Política Familiar de España acaba de informar que el pasado año, en nuestro país, cada cuatro minutos se rompía un matrimonio, 135.000 en total, un 6,5 por ciento más que en 2003 y un 17,2 por ciento más que en 2002. O sea, que separarse y divorciarse en España no es precisamente difícil para el que lo desea, por ello, es legítimo y urgente preguntarse a que interés sirve el señor Zapatero con esta reforma del contrato matrimonial porque es indudable que no sirve al bien común.

¿Por qué y para qué pretende el señor Zapatero dar el golpe de gracia al matrimonio –y por tanto, a la familia-, convirtiendo su regulación jurídica en un "contrato-basura"?

Jorge Fernández Díaz
Diputado por Barcelona
Secretario General del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso

1 comentarios:

  • A las 4:26 p. m. , Anonymous Anónimo ha dicho...

    Chapuza jurídica
    ¿Que es una chapuza jurídica?
    Una chapuza jurídica es por ejemplo un contrato que dice lo siguiente, la parte A se compromente a entregar un Chalet de mas de 200 m2 en Barcelona a la parte B que pagará un millon de euros.
    Si la parte B no entrega ese millón de euros antes del día 25 de abril del 214 irá a la cárcel.
    Si la parte A no entrega el Chalet de 200m2 en Barcelona sino una Chabola de 4 m2 en Tarrasa o no entrega nada no pasa nada.
    ¿Porque no pasa nada, preguntará algún despistado?
    ¿Porque lo que entrega la parte A no puede ni debe ser controlado por la Ley. La parte A es libre de entregar a la parte B? Si quiere entrega el chalet o si quiere entrega la chabola, y si quiere no entrega nada.
    ¿Y que pasa con el millón de euros?
    Ese millón de euros se debe entregar antes del 25 de abril del 2014 sino la parte B irá a la cárcel.
    ¿Porque, preguntará algún despistado?
    Porque la parte B es un varón al que llaman padre, al que llaman pringao, al que llaman cabeza de familia, y al que libremente en esa cabeza pueden poner un par de cuernos o lo que sea sin que tenga el derecho al pataleo, y al que pueden y deben obligar que en nombre del Derecho y de la debida protección de la infancia y de la mujer pague las pensiones que deba a su ex mujer, incluidas los gastos de los hijos de los amante de esta siempre que su ex-esposas quiera, porque esta y no otra es la que debe dictar en que términos se cumplen una relación jurídica llamada paternidad.


    Por eso el varón actual ya no quiere ser ni marido ni padre.
    Es mas, el que ya lo es quiere dejar de serlo.
    Quiere dejar de ser padre y cómplice de este sistema.
    Sistema donde el fraude de ley es norma y no excepción. Fraude que es bienvenido y no castigado. ¿Cuanto vale ese fraude? Nada. Es un fraude que lleva esta sociedad en sus genes, en su ADN. En esos hoteles, en esos dormitorios de gente no tan pudiente, puede regir la falta total de pudor y se consuma, sin ninguna contrapartida ni ningún impedimento ese derecho consagrado y bendecido desde siempre por todas las elites – incluida la de los patricios romanos– llamado contrato matrimonial.

     

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