La Razón, 7 de noviembre de 2009
La sentencia del Tribunal de Estrasburgo prohibiendo la presencia del crucifijo en los colegios públicos de Italia es una decisión de extraordinaria importancia para toda Europa. No es un hecho aislado ni es una decisión simbólica. Por el contrario, expresa la culminación de todo un proyecto político y cultural de construcción de una Europa laica alejada de toda dimensión espiritual o trascendente y que encuentra su fundamento en la Modernidad surgida de la Revolución francesa.
Fueron, conviene no olvidarlo, humanistas cristianos como De Gasperi, Monnet o Adenauer los padres fundadores de esta Europa que al renegar ahora de sus raíces cristinas se ha convertido en un proyecto sin identidad. Un ejemplo evidente de ello lo tenemos en Francia que al organizarse como una republica laicista anda desorientada en busca de una identidad pérdida que ahora quiere reencontrar el Presidente Sarkozy. No tuvo esa duda De Gaulle que la entendió reflejada en la Cruz de Lorena…
En cuanto a España, el CIS nos acaba de recordar que el 77% de los españoles se definen a si mismo como católicos frente a un 20% de agnósticos y ateos. ¿Bajo qué principio democrático el 20% se impone al 77% para retirar crucifijos? Una cosa es que se deban respetar las minorías y otra muy distinta es que la minoría imponga sus tesis a la mayoría. Eso no es fruto de la democracia ni de la tolerancia. Es consecuencia del sectarismo e intolerancia de una minoría frente a la tibieza y debilidad de una mayoría que no solo no sabe defender sus derechos sino que, lo que es peor, no defiende sus convicciones. Si es que las tiene.
Jorge Fernández Díaz
Vicepresidente Tercero del Congreso de los Diputados
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