Diputación Permanente del Congreso de los Diputados, 28 de agosto de 2007
El señor PRESIDENTE: Punto número 3: Petición
formulada por un número suficiente de diputados miembros
de la Diputación Permanente, pertenecientes al
Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, de que se
acuerde la celebración de una sesión extraordinaria del
Pleno del Congreso de los Diputados con el siguiente
orden del día: Comparecencia del presidente del
Gobierno para explicar la ausencia de respuesta del
Gobierno ante la voluntad mayoritariamente expresada
en el Congreso de los Diputados, de censura a la ministra
de Fomento, así como para informar sobre las causas del
caos de los servicios públicos en Cataluña, especialmente
suministro eléctrico, tráfico ferroviario y otras
infraestructuras y las medidas que piensa adoptar para
subsanar esta crisis generalizada.
Tiene la palabra el señor Fernández Díaz.
El señor FERNÁNDEZ DÍAZ: Gracias, señor presidente.
Mi grupo parlamentario, de acuerdo con lo previsto
en el Reglamento de la Cámara, ha presentado la petición
de comparecencia del presidente del Gobierno en los
términos que el señor presidente acaba de leer, y según
consta en el orden del día de esta Diputación Permanente.
El motivo por el que solicitamos una comparecencia
extraordinaria del presidente del Gobierno es para
que explique en sede parlamentaria, y no solo a través
de los medios de comunicación o al Consejo de Ministros,
la razón por la que mantiene en su puesto, es decir,
mantiene la confianza política en la persona de la titular
del Ministerio de Fomento, doña Magdalena Álvarez,
que por dos veces ha sido reprobada, respectivamente en
Pleno y en Comisión, por este Congreso de los Diputados.
Sé muy bien, señor presidente —y mi grupo lo sabe
perfectamente—, que la moción de reprobación individual
de los ministros del Gobierno no está prevista ni en
el Reglamento de la Cámara ni en la Constitución; como
todos sabemos, está prevista la censura del presidente
del Gobierno —moción de censura constructiva—, y es
el presidente del Gobierno, una vez acreditada la confianza
de la Cámara, quien libremente nombra y separa
a los ministros de su Gobierno. Eso es lo establecido
jurídica y constitucionalmente, pero no se agota ahí la
responsabilidad del presidente del Gobierno, menos ante
la Cámara, puesto que en este caso nosotros consideramos
que esa comparecencia no es una exigencia jurídica
o constitucional, stricto sensu, sino que es una exigencia política.
El señor presidente del Gobierno ya en el debate de
investidura manifestó su voluntad política de convertir
esta Cámara, y en general a las Cortes, al Parlamento,
en el centro de la vida política nacional. Nos parece que
cuando el Congreso de los Diputados —insisto, por dos
veces— ha reprobado políticamente a una ministra, a un
miembro de su Gabinete, el presidente del Gobierno, que
no tiene la obligación, como hemos dicho, legal de
cesarla, sí tiene la obligación política de explicar al
Congreso que ha reprobado a la ministra por qué no hace
caso de lo que dice el Congreso y por qué mantiene su
confianza en la ministra. Quiero recordar que esta afirmación
que hago viene sustentada por los hechos, como
es obvio.
El pasado 21 de marzo hubo un Pleno, con una comparecencia
extraordinaria de la señora ministra de
Fomento ante el mismo, para debatir precisamente
acerca de la situación absolutamente extraordinaria,
absolutamente grave que se padecía en Cataluña en
general, de manera muy particular en Barcelona, con
ocasión del deficiente, lamentable, penoso funcionamiento
del servicio de Cercanías de Renfe en Cataluña,
que estaba provocando innumerables trastornos, anomalías
que afectaban a la vida cotidiana de centenares de
miles de ciudadanos. Por la estación de Sants, que es, de
alguna manera, el epicentro de este problema, circulan
diariamente mil trenes y 200.000 pasajeros usan diariamente
el servicio de Cercanías de Renfe en Cataluña
desde la estación de Sants. Recientemente, el secretario
de Estado de Infraestructuras ha comentado que son
diariamente más de 411.000 viajeros los que utilizan ese
servicio. Con eso quiero decir que un problema tan reiteradamente
mantenido en el tiempo, en un servicio
utilizado diariamente por parte de tantos miles, centenares
de miles de ciudadanos, como es lógico está afectando
de una manera muy notable la vida de los ciudadanos.
Estamos hablando de servicios públicos
fundamentales, básicos para la comunidad, cuya titularidad
depende, en última instancia, del Gobierno de la
nación y en la mayoría de los casos del Ministerio de
Fomento. Estamos hablando en este caso, por ejemplo,
el aeropuerto de El Prat, y conviene recordar para ilustrar
hasta qué punto este asunto viene de lejos, el caos que
padecieron más de 100.000 viajeros de forma directa
el 28 de julio del pasado año, con ocasión de una lamentable
gestión en la ejecución de la concesión del servicio
de handling en tierra en el aeropuerto de El Prat que
llevó, entre otras cosas, a que las pistas estuvieran ocupadas
—caso absolutamente insólito en la historia en un
aeropuerto civil— durante muchas horas. Estamos
hablando, por ejemplo, de un colapso histórico en la
autopista de peaje A-7 de Barcelona a principios de este
mes, precisamente como consecuencia de la falta de
confianza de muchos ciudadanos en ese servicio de
Cercanías, lo que hace que utilicen como fórmula alternativa
de desplazamiento el coche con una frecuencia
superior a la normal, por lo que se produjo ese colapso
histórico, con retenciones de hasta 75 kilómetros.
Estamos hablando del servicio de Cercanías, por no
hablar de otro servicio público fundamental, no directamente
vinculado al Ministerio de Fomento pero sí al
Gobierno de la nación en un margen de competencias
como es el eléctrico, que llevó a que el pasado 23 de julio
hubiera un apagón histórico en la ciudad de Barcelona
que afectó a más de 330.000 abonados o, lo que es lo
mismo, más de un millón de ciudadanos.
Señorías, estamos hablando de cosas muy graves;
estamos hablando de servicios públicos fundamentales
para la comunidad, gestionados por el Gobierno o con
competencias del Gobierno; estamos hablando de centenares
de miles de ciudadanos que ven perturbado el
normal desarrollo de sus vidas por mor de estas anomalías,
y en consecuencia alguien debe responder políticamente
de eso. Así lo entendieron muchos grupos parlamentarios,
concretamente cuatro, en el Pleno del día 21
de marzo y en la Comisión del pasado 14 de agosto,
donde implícita y sobre todo explícitamente pedimos la
dimisión, el cese de la señora ministra de Fomento. La
señora ministra de Fomento se ha pronunciado diciendo
que a ella no la nombra el Congreso de los Diputados,
que constitucionalmente ella no debe tener la confianza
del Congreso de los Diputados. Tiene razón pero por eso
nosotros pedimos que venga quien sí responde de su
mantenimiento en el cargo, de su nombramiento y cese,
que es el presidente del Gobierno. Insisto, el presidente
del Gobierno puede no cesarla pero lo que no puede
hacer es no explicar al Parlamento, no explicar al Congreso
de los Diputados por qué no la cesa cuando reiteradamente
el Congreso de los Diputados se lo ha pedido.
Termino, señor presidente. Esto lo hemos dicho varios
grupos parlamentarios. Lo hemos dicho el pasado 14 de
agosto; lo dijimos el 21 de marzo, pero ahora no solo
nosotros pedimos la comparecencia en Pleno del presidente
del Gobierno. Los socios de Gobierno del señor
Rodríguez Zapatero y del Partido Socialista en el
Gobierno de la nación y los socios del Gobierno de la
Generalidad de Cataluña, que por tanto conocen perfectamente
la génesis y la etiología de este problema, también pidieron
en su día la comparecencia del presidente
del Gobierno. Voy a terminar —ahora sí, presidente—
leyendo literalmente la petición de comparecencia del
presidente del Gobierno que los grupos de Esquerra
Republicana, Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya
hicieron el pasado 23 de febrero: Ante las incidencias
acaecidas en el servicio de Renfe en Cataluña se han
presentado diferentes iniciativas al respecto: preguntas,
proposiciones no de ley, interpelaciones a la ministra de
Fomento y mociones. Lejos de mejorar la situación —lo
decían el 23 de febrero, y lo que ha caído después— ha
habido una multiplicación de las incidencias y no se
observan mejoras apreciables en el servicio de Renfe.
Dado que después de interpelar a la ministra de Fomento
no ha mejorado la situación, los grupos parlamentarios
abajo firmantes, Esquerra Republicana e Izquierda
Unida-Iniciativa per Catalunya, piden, según los artículos
196 y 197 del Reglamento del Congreso, la comparecencia
del presidente del Gobierno en el marco de
un debate monográfico en Pleno para que informe, etcétera.
Eso lo decían sus socios de Gobierno el pasado 23
de febrero. Nosotros, después de lo que ha seguido sucediendo
y tras la reprobación de la ministra de Fomento,
ahora pedimos que esos grupos, igual que nosotros y que
otros grupos de la Cámara que solicitamos su dimisión,
seamos respetados por el presidente del Gobierno y diga
a esta Cámara por qué mantiene en su puesto a la
ministra de Fomento, y nos dé asimismo garantías suficientes
y válidas de que esta situación va a terminar
definitivamente.
Muchas gracias. (Aplausos.)
El señor PRESIDENTE: Continuemos, por favor.
Señor Fernández Díaz.
El señor FERNÁNDEZ DÍAZ: Gracias, señor presidente.
Señor De la Encina, yo no lo preguntaré por qué se ha
ido el señor Maragall (Risas.), no se lo preguntaré; si
quiere, se lo pregunto.
Muy brevemente. A nosotros, que nos acusen desde
sus filas de fobia catalanista, no nos sorprende. Lo que
nos sorprende es que acuse de fobia catalanista a
Esquerra Republicana, a Iniciativa per Catalunya o a
Convergència i Unió. Porque si quiere le leo lo que el
señor Tardà dijo —consta en el «Diario de Sesiones»—
el 21 de marzo a la ministra, lo que el pasado 14 de
agosto se dijo a la ministra, y si quiere también le leo lo
que se dijo en muchas otras intervenciones. Esquerra
Republicana, Iniciativa per Catalunya, Convergència i
Unió y nosotros hemos pedido explícitamente la dimisión
de la ministra. Sea un poco, permítame que se lo
diga así, serio. Si hemos dicho lo mismo y hemos votado
lo mismo, o todos somos anticatalanistas o no lo somos
ninguno, pero eso de que solo lo seamos nosotros me
parece que es poco serio por su parte. Modifique el
guión, porque en este caso del que estamos hablando no
le sirve. Usted dice que lo que está pasando son problemas
puntuales; explíquenselo ustedes a los centenares
de miles de catalanes que llevan años —porque ya en el
año 2005 los problemas eran muy graves— padeciendo
día a día esos problemas puntuales que usted
dice(Rumores.—La señora Cunillera i Mestres: Claro
que sí, claro que sí.). No se enfade, señora Cunillera.
(Protestas.—La señora Cunillera i Mestres: Es que
me gusta cuando me da la razón.)
El señor PRESIDENTE: Por favor. Señora Cunillera,
por favor, mantengamos el orden y no convirtamos en
esto la Diputación Permanente. Señor Fernández Díaz,
voy a hacerles un ruego a todos: mantengamos en la
medida de lo posible una cierta calma y orden en la
Diputación Permanente, entre otras cosas porque vamos
a pasar del argumento político a otro tipo de argumento
que creo que no merece la pena. Por tanto, les ruego por
favor que mantengan la calma y el orden.
Concluya, señor Fernández Díaz.
El señor FERNÁNDEZ DÍAZ: Yo comprendo que a
mi buena amiga, la señora Cunillera, diputada por Lleida,
le moleste haber tenido que comprobar que el AVE llegó
a Lérida de las manos de un Gobierno del Partido
Popular, en octubre de 2003. (Risas.—Varios señores
diputados: Sí, señor.—La señora Cunillera i Mestres:
A 200 por hora. ¡Vaya medalla!) Si además estuvimos
juntos en el viaje inaugural de Madrid a Lérida, señora
Cunillera. (Risas.) ¿Por qué se enfada usted? Octubre
de 2003. Tuvo que llegar un Gobierno del Partido
Popular, y con apoyo de Convergència i Unió, se lo
reconozco, para que el AVE llegara a Cataluña. Lo comprendo.
Señor De la Encina, en cuanto a sumar, yo me sumo
a lo que han dicho los otros grupos parlamentarios.
Empiezo por decirle que, para la reprobación de una
ministra —en los términos que antes dijimos, reprobación
política—, en ningún sitio se dice que tuviera que
ser mayoría absoluta; basta con mayoría simple. El
día 21 de marzo —no sé si usted estuvo en el Pleno, me
imagino que sí—, usted vería que solo intervinimos
cinco grupos parlamentarios. Cinco. De los cinco
grupos, cuatro pedimos clarísimamente la dimisión de
la ministra; cuatro grupos contra uno; sumábamos 170
diputados sobre 164. El pasado 14 de agosto, estábamos
en esta misma sala, pero constituidos en la Comisión de
Fomento y Vivienda, como sabe muy bien su señoría.
Intervinimos siete grupos parlamentarios. El señor
Rodríguez intervino por el Grupo Mixto. Me imagino
que no sumará todos los diputados del Grupo Parlamentario
Mixto, porque nos consta que algunos no apoyan
a la ministra, y son del Grupo Mixto; por ejemplo, los
diputados de Coalición Canaria. Voy a decir una cosa:
el señor Rodríguez —no quiero hacer un juicio de intenciones,
me refiero a la lectura que yo hice de sus palabras—
no reprobó a la ministra, pero tampoco la apoyó;
y me parece que el señor Beloki, del Grupo Vasco, hizo
lo mismo. Por tanto, cuatro grupos, que representábamos
a 170 diputados, pedimos explícitamente la
dimisión, y un grupo, el suyo, que representaba a 164
diputados, la apoyó explícitamente. Los otros dos
grupos, en mi opinión podría interpretarse que, en una
hipotética votación, se hubieran abstenido. Eso es lo que
yo digo, en coherencia con lo que todos los grupos
dijeron.
El señor PRESIDENTE: Vaya concluyendo, señor
Fernández.
El señor FERNÁNDEZ DÍAZ: Termino, señor presidente.
Si hablamos del pasado, señoría, el pasado también
es el año 1982. ¿Dígame usted qué hizo el Gobierno
socialista durante sus catorce años de Gobierno,
de 1982 a 1996, en cuanto a las grandes obras de infraestructura
que necesitaba Cataluña para garantizar la
competitividad de su economía y mantener la calidad
de vida de sus ciudadanos? Señor De la Encina, cíteme
usted…
El señor PRESIDENTE: Señor Fernández Díaz,
termine, por favor, porque si no el debate va por unos
derroteros que ya no responden al orden del día.
El señor FERNÁNDEZ DÍAZ: Termino, señor presidente,
pero es que antes me ha interrumpido la señora
Cunillera. Señor De la Encina, cíteme usted una, solo
una, gran obra de infraestructura que se esté ejecutando
—yo digo que malejecutando— por ustedes en estos
momentos en Cataluña promovida por el Partido Socialista.
Ni una sola, señor De la Encina.
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